Enrique iba olvidando cosas y no recordaba a nadie. Cuando se le pasaba esa sensación de sentirse perdido sin saber ni quien era, Enrique sentía mucha tristeza. Ya llevaba 3 meses con alzhéimer y cada vez era más frecuente sentirse así.
Tenía una familia maravillosa que lo cuidaba y quería mucho pero irremediable que esa dichosa enfermedad ganara el pulso.
Su nieto Antonio no se hacía a la idea de ver así a su abuelo por eso se le ocurrió cada día escribir un pequeño diario para que cuando su abuelo se encontrase perdido leyera y recordara quien era o lo que había hecho esos días. Era el nieto más pequeño de todos y no se quería hacer a la idea de que esas perdidas de memoria iban a ser cada vez más frecuentes.
El día que terminó su cuaderno con mucho orgullo se lo leyó a su madre.
-Mira mamá, aquí está la historia del abuelo, desde donde y cuando nació hasta el día que enfermó. Nombres de sus padres, hijos y nietos sin olvidar a la abuela, claro. Ya sabes toda su vida.
-No me lo puedo creer Antonio.. - dijo su madre asombrada.
-Sí mamá llevo 2 semanas haciéndolo y ya solo es ir añadiendo lo que vaya pasando en los días que estamos.
Su madre ya no pudo contestar pues un nudo de emociones le invadían, pero no quería llorar, su hijo le demostraba una vez más lo responsable y maduro que era para su edad.
Cada tarde Antonio acudía a la visita de sus abuelos con su cuaderno. Y cuando llegaba ese dichoso momento en que Enrique no sabía ni quien era, Antonio con mucha paciencia y amor lo leía todo. A veces se marchaba y aún su abuelo seguía metido en sus sombras, otras en cambio Antonio notaba en la mirada de su abuelo que reconocía lo que le estaba leyendo. Y eso lo hacía muy feliz.