Sin darse cuenta se le cerraron los ojos, la anestesia hizo efecto. Era la cuarta operación y Luis había perdido la esperanza.
Desde aquel día que cogí la moto de mi hermano sin permiso y sin carnet de conducir nada había sido igual.
Una operación tras otra y nunca pude dejar las muletas. Ojalá está operación salga bien y pueda correr y darle toques a mi balón. Eso fue lo último que pensó.
Cuando abrí los ojos las primeras caras que vi fuero las de mis padres y la de mi doctor.
Mi madre me miró sonriendo, quizá esta vez ha salido todo bien.
Ella me dijo lo mismo que después de las otras 3 operaciones: que todo había sido un éxito pero tengo que esperar para ver cómo evoluciono. Después de eso me volví a dormir.
Habían pasado 2 días y yo agradeci al doctor y me fui con las malditas muletas hacia me casa.
Unas semanas más tarde mi madre me dijo que era el momento de quitarme la escayola y yo le dije que si.
Mi madre me dijo que todo parecía haber encajado bien y con la reabilitacion en unos meses todo podía haber sido un mal sueño
Unos 6 meses más tarde yo ya daba toques a mi balón y corría con normalidad
Fin