Como si de una película se tratara ,todas las manos estaban en el suelo. Cristian no se lo podía creer.
A todos sus compañeros se le estaban cayendo partes del cuerpo menos a él. Primero eran manos, después los brazos, piernas, pies.. ¡ era un horror !. El maestro seguía dando la clase tan normal ,como si no estuviera pasando nada.
No había sangre y las partes caían como si fueran muñecos de goma, tampoco había dolor porque mis compañeros estaban sonriendo.
Yo estaba tan angustiado que pedí ir al baño pero lo que estaba pasando por los pasillos era aun peor:
todos los que estaban por el pasillo estaban reptando como serpientes hablaban como personas normales y me miraran como si fuera un alienígena ¡ ya estaba dando demasiado miedo!
Entré en el baño fui al espejo y seguía siendo normal... que alivio.
Volví a clase y todos seguían igual e incluso el maestro ya era uno de ellos.
Sonó el timbre, fuimos al patio y pregunté a Laura:
- ¿¿¿¿Pero qué demonios os pasa????? ¿por qué se os han caído las partes del cuerpo?
- Cristian aún no te has enterado, esto pasa cuando cumplimos 12 años y tú todavía tienes 11.
- ¡Que demonios dices!. ¿De donde te has sacado esa estupidez?
Me miro con cara de bobo y se fue dejándome con la palabra en la boca, miré al patio de los pequeños y ellos tenían las extremidades como yo. Al final Laura iba a tener razón.
Al terminar el recreo, volvimos a clase el maestro se puso a decir mi nombre en voz alta, acudí
a su mesa rápidamente, me dijo que me notaba "raro" y si me encontraba mal podía llamar a mis padres e irme a casa. Yo no supe que contestar. Los "raros" eran ellos. Pero me callé asentí con la cabeza y decidí que lo mejor era volver a casa porque no entendía nada.
Con todas mis cosas en la mochila, salí de clase dirección a secretaría y justo sonaba el timbre de cambio de clase, cuando empecé a oír los gritos de alguien conocido: mi hermana.
- ¡¡¡Despierta chiquillo!!!¿ No ves que vamos a llegar tarde?
Abrí los ojos como pude me mire el cuerpo, seguía siendo normal, mi hermana que era mayor que yo también, no me lo podía creer...había sido un sueño...menos mal.
Deprisa y corriendo me vestí en la cocina me esperaban todos para desayunar, en mi familia no había nada extraño seguíamos siendo humanos. Mi padre y hermana casi se ahogan de risa cuando les conté por encima mi sueño. Mi madre me miró y me dijo:
- Te tengo dicho que no cenes tanto para irte a dormir, ya que puedes tener pesadillas.
Quizás tuviera razón, pero yo hasta que no viera a mis amigos no me iba a quedar tranquilo. Al llegar al colegio respiré aliviado todos eran normales y era cierto todo había sido un mal sueño.