sábado, 16 de octubre de 2021

11-S. Texto libre ganador.

          



Cuando vio la puerta de salida, enseguida corrió hacia ella. 

Al salir de aquella puerta echó a correr mientras su vida estaba en juego. 

Estaba herida gravemente con múltiples quemaduras de grado alto, pero eso no le impedía correr porque detrás suya podía observar cómo una de las torres gemelas caía en su dirección. La gente no paraba de gritar y gritar, hasta que de pronto se escuchó una gran explosión, volteó a ver y vio que hubo otro ataque terrorista en la segunda torre. Corrió más rápido mientras más lagrimas caían de sus ojos. A los pocos segundos sus piernas empezaron a fallar y cayó al suelo. Se desmayó... 

Se despertó en lo que parecía un hospital. Al querer moverse no podía, miró su cuerpo y estaba envuelta en vendas, al mirar al frente vio a un médico. Cuando el médico la vio gritó desesperadamente: 

-¡Está despierta!

 A los pocos segundos entraron tres médicos y la llevaron a una habitación cerrada con una persona dentro. Los médicos la dejaron allí y aquella persona dijo ser su psicólogo. Le dijo que le contara toda la información que tenía detalle a detalle, y sin dejarse nada. 

Ella estaba muy confundida, pero decidió contárselo entre lágrimas, ya que estaba contando el peor atentado que vivió. 

Él la escuchó atentamente mientras que lo apuntaba todo en una libreta. Al terminar escuchó a varios médicos hablar con el psicólogo, escuchó algo sobre sus medicamentos y que estaba muy grave emocionalmente y físicamente, pero no le dio mucha importancia. 

Después la llevaron a su habitación de hospital y le dijeron que tenía que ir a dormir, no sin antes tomarse su medicación, se la tomó y se durmió. Al día siguiente se despertó agotada, sin ganas de levantarse de la cama. Unos minutos más tarde entró un médico y la colocó en una silla de ruedas, la subió a la ambulancia y le dijo que necesitaba más espacio en el hospital en el que estaba.  

Cuando llegó a otro hospital le entraron escalofríos, era un hospital tenebroso y mal cuidado. Le dieron una habitación pequeña y casi sin luz. Olía a animal muerto. Antes de dormir le dieron una medicación que olía mal, pero se la tomó para recuperarse e irse de ese lugar rápido. 

Al día siguiente se sentía muy ligera y no sentía ningún dolor. Cogió sus cosas y se fue, porque ya no quería ni necesitaba estar allí. 

Lo primero que hizo fue ir a casa de sus padres. Cuando llegó, la puerta estaba abierta y cuando entró lo primero que vio fue a sus padres llorando. Les dijo que estaba aquí, que todo estaba bien y que estaba viva. Pero ellos ni se giraron, ni le hablaron, ni dejaron de llorar. Era como si ella no existiera.  

Se fue acercando lentamente cada vez más preocupada y al querer abrazarlos no pudo, los traspasó. En ese momento entendió todo. El por qué la trasladaron, el por qué le dieron ese medicamento y el por qué toda la gente la ignoraba. Lo único que hizo fue llorar, tenía mucha tristeza y rabia, pero no podía hacer nada. Estaba completamente sola. Se quedó llorando con la triste imagen de sus padres viendo una carta que anunciaba su muerte.