Había una vez una niña que en Navidad y en Halloween nunca sabía que debería hacer. En dos semanas era Halloween y todavía no sabía que debería hacer. Su padre tenía muchas calabazas y su madre hacía velas. La niña pensaba casi tres días que debería hacer. Pensaba, pensaba y pensaba pero no sabía qué debería hacer.
Una mañana estaba andado dentro de las calabazas de su padre y veía que una de las calabazas tenia una cara y en ese momento supo qué debería hacer. Corrió a su casa y le preguntó a su padre si podía recortar una calabaza para Halloween. Su padre le dijo:
- ¿Por qué para Halloween? Las calabazas no tienen nada con Halloween.
- Sí - dijo la niña- pero cuando les pones una cara se ven como una calavera y las calaveras sí son de Halloween.
Su padre le dijo que también podía recortar cinco y la niña las recortó.
Le
preguntó a sus amigas si querían una
calabaza y todos decían si
y al final lo pasaron genial.