A pesar de su edad, es más grande que yo, mi prima Lucía que solo tiene siete años.
Un día estábamos de excursión en la montaña y nos encontramos una cabra montés macho con unos cuernos muy grandes.
Las dos empezamos a correr y Lucía como es tan alta me cogió de la mano y se enganchó a un árbol para que la cabra montés no nos hiciera daño a ninguna de las dos.
Nos dimos cuenta de que el animal miraba hacia arriba y movía el hocico como si oliese algo que le gustaba.
Pensamos que podía ser nuestros bocadillos que llevábamos en la mochila. Lucía le echó su bocadillo de chorizo y la cabra montés macho se lo comió muy rápido y yo le eché el mío de jamón y tomate más lejos y cuando fue a por el bocata nos bajamos del árbol y nos fuimos.
Cuando llegamos a casa les contamos a nuestros padres todo lo que había pasado.