De repente me desperté y fui al colegio como todos los días. Pero esta vez empecé en un colegio nuevo. Todos no pararon de susurrar en cuanto llegué, porque llevaba una mancha de nacimiento alrededor del ojo. Me senté al lado de un niño, yo era muy tímida y no quería decirle nada. Las clases eran muy aburridas, pero yo me las pasaba dibujando. Aquel día estaba dibujando a un superhéroe, el niño se interesó por mi dibujo y empezamos a hablar, sentía que él era el único que me entendía.
Un día antes de salir del colegio, cuando ya se fueron delante de mí niños y profesores, un niño pijo junto con su amigo castroso me destrozaron mi cuaderno de dibujo 😢, me empujaron, tiraron al suelo y me bombardearon con una pila de insultos y después de aquello se fueron. Mi amigo llegó justo después, me ayudó a levantarme y a recoger las hojas que quedaban de mi cuaderno. Los días siempre eran iguales, yo intentaba no hacer caso a aquellos insultos y golpes, pero no podía evitar llorar en silencio cuando estaba sola. Un día decidí abrir un cajón de mi humilde casa, y en él se encontraban: una pistola, esposas y una placa del F.B.I, quedé impactada… Al día siguiente fui a pasar el rato con mi amigo, me contó que en un abrigo del que se le hacía curioso encontró mucho dinero en la cartera de uno de los bolsillos. Y para intentar mantener la paz con aquella inmensa cantidad de dinero compró comics y juguetes para toda la clase, pero seguían enfadados y rencorosos conmigo. Mi amigo solo quería hacer lo que sea para que todos nos lleváramos bien pero aquel gesto tan bonito no funcionó😔. Porque unos días después, antes de que la maestra llegara a clase... El niño pijo dijo que por qué pisé sus zapatillas, que si yo sabía cuanto dinero costaban. Yo ni siquiera me di cuenta de haberlas pisado. Y con temor dije:
-Lo siento.
El niño pijo me dijo:
-Cállate fea,... Tu familia debería de estar avergonzada.
Y me pegó un bofetón, no podía defenderme porque otros dos niños me agarraban de los pelos y de los brazos. Y ahí van las palabras mas tristes y desoladoras que no me habían dicho nunca, hasta ahora…
-¿Por qué no solo te mueres?
No me paraban de coger de los pelos y enseñar mi cicatriz enorme que estaba posicionada alrededor de todo el ojo y que también cubría mi moflete. No paraba de gritar y de intentar defenderme, le di una patada a uno con cara de cerdo, cochino total. Toda la clase se reía y mi amigo estaba en su asiento paralizado con cara de horror. Y de repente un niño dice mátala y me pone una mochila en la cabeza. Todos los niños y niñas vinieron como búfalos y no pararon de darme patadas en la cabeza y en la barriga. Hasta que mi amigo se hartó de estar quieto y dijo:
-¡¡¡PARAD!!!
Toda la clase se quedó en silencio, y el niño pijo fue lentamente hacia mi amigo y dijo:
-No te metas donde no te llaman, si no quieres que te ocurra lo mismo que a tu amiguita.
Mi amigo lleno de energía le dio un empujón que hizo que el niño pijo llegara al otro extremo de la clase. Me ayudó a levantarme y desde aquel entonces ya no se metía nadie con nosotros, y pude vivir mis días en el colegio como una niña normal.