Érase una vez Juan, al que los padres le compraron un caballo marrón. Juan se alegro mucho, de nombre le puso Rayo. Lo llevó a su cortijo y lo metió en la cuadra. Juan quería ir por el campo con el caballo pero el padre le dijo que no porque lo tenían que domar. Entonces Juan se puso a llorar.
Su padre y su abuelo consiguieron domarlo, Juan se monto pero el caballo no andaba. Esperaron hasta el día siguiente. Vieron el caballo, tenia la pata con una herida. Lo llevaron al veterinario y les dijo que tenian que operarlo, tenia una astilla en la pata y le dijeron que no podían subirse más en el caballo. Juan lo sintió mucho, se puso muy triste pero le prometió que siempre lo sacaría a pasear. Lo operaron y Juan lo pudo sacar a pasear y se convirtio en su mejor amigo.