Érase una vez un dragón que era muy gordito cuando nació. Ellos creían que era normal hasta que pasaron los años pero seguía igual. Pero lo que era peor: las alas no le habían crecido. No podía volar, claro. Al tener alas pequeñas y estar tan rellenito no tenía la suficiente fuerza para levantarse. El dragón estaba muy triste porque todos los demás dragones podían volar y él no. Hasta que un día se hartó y se propuso adelgazar y ponerse fuerte. El dragón adelgazó un montonazo de kilos. Ya estaba delgado, sólo quedaban unas cuantas sesiones de gimnasio y estaría perfecto. Al día siguiente le habían crecido las alas un montón y las tenia preciosa. Sólo necesitaba practicar y fuerza para despegar, porque nunca había volado. Al final se puso fuerte y volaba perfectamente. Vivió feliz y colorín colorado, este dragocuento se ha acabado.