A mi hermana y a mí nos tienen hartas las gallinas de mi familia porque cada día ocho de todos los meses se escapan por la noche y se les ponen los ojos rojos.
A mi hermana Laura y a mí siempre nos toca ir a por ellas y nos dan muchos picotazos. Ese día pueden volar y echan fuego por la boca, pero si se acerca alguien que no seamos nosotras se vuelven normales.
Cuando se lo conté a mi abuelo no se lo creía y me dijo: Sara otra vez con tus historias imaginarias, mis gallinas son las más buenas del mundo.
Mi hermana se lo contó a nuestros padres y le dijeron que no se dejase engañar con mis historias.
Nadie nos creía, hasta que un día cuando las intentábamos llevar al gallinero, mi padre llegó de trabajar, las vio volando, con los ojos rojos y echando fuego. Las grabó y se lo enseñó a mi abuelo y a mi madre que se quedaron flipando.
Mi tío que es ingeniero les construyó una casa indestructible para que no pudieran escapar.
Todos los días ocho hacemos una fiesta para celebrar que no nos van a atacar más.