Y entonces de la nada apareció toda la clase. Decidimos hacer una fiesta. En la fiesta creamos una nueva comida, le llamamos “macamuco”. Le llamamos así porque está hecha de mocos, huevos podridos y caca de marciano, que nadie pregunte de dónde hemos sacado eso. Al rato apareció una nave espacial, si le se podía llamar así a una botella gigante que cae dando vueltas. Cuando aterrizó cayó de tapón. Después la botella se abrió y de ella salieron unos marcianos que eran unos cubos llenos de agua. Vinieron diciendo que cómo se nos había ocurrido hacer comida con su caca. Cuando por fin se fueron decidimos seguir con la fiesta. Poco después nos acordamos de que había deberes del colegio. Todos nos pusimos a hacer los deberes. Cuando terminamos jugamos a muchos juegos: al parchís, al ajedrez, a fútbol, etc. Después tiramos a la basura la comida que habíamos creado. Veinte minutos después eran las ocho menos cuarto y exactamente a esa hora llegó una nube, tiró un rayo y cayó en un árbol que teníamos al lado. El árbol se quemó y nosotros salimos corriendo de allí. Nos fuimos a otro sitio. Cuando llegamos al nuevo sitio era ya muy tarde, o mejor dicho muy pronto, porque eran las nueve menos diez del día siguiente, pero eso no era lo peor, lo peor era que el colegio empezaba a las nueve y estábamos en el lado contrario del pueblo. Corrimos para llegar a tiempo. Al llegar el maestro nos regañó por llegar una hora tarde.