Cuando
vio la puerta de salida, enseguida corrió hacia ella.
Al
salir de aquella puerta echó a correr mientras su vida estaba en juego.
Estaba
herida gravemente con múltiples quemaduras de grado alto, pero eso no le
impedía correr porque detrás suya podía observar cómo una de las torres gemelas
caía en su dirección. La gente no paraba de gritar y gritar, hasta que de
pronto se escuchó una gran explosión, volteó a ver y vio que hubo otro ataque
terrorista en la segunda torre. Corrió más rápido mientras más lagrimas caían
de sus ojos. A los pocos segundos sus piernas empezaron a fallar y cayó al
suelo. Se desmayó...
Se
despertó en lo que parecía un hospital. Al querer moverse no podía, miró su
cuerpo y estaba envuelta en vendas, al mirar al frente vio a un médico. Cuando
el médico la vio gritó desesperadamente:
-¡Está
despierta!
A los pocos segundos entraron tres médicos y
la llevaron a una habitación cerrada con una persona dentro. Los médicos la
dejaron allí y aquella persona dijo ser su psicólogo. Le dijo que le contara
toda la información que tenía detalle a detalle, y sin dejarse nada.
Ella
estaba muy confundida, pero decidió contárselo entre lágrimas, ya que
estaba contando el peor atentado que vivió.
Él
la escuchó atentamente mientras que lo apuntaba todo en una libreta. Al
terminar escuchó a varios médicos hablar con el psicólogo, escuchó algo sobre
sus medicamentos y que estaba muy grave emocionalmente y físicamente, pero no
le dio mucha importancia.
Después
la llevaron a su habitación de hospital y le dijeron que tenía que ir a dormir,
no sin antes tomarse su medicación, se la tomó y se durmió. Al día siguiente se
despertó agotada, sin ganas de levantarse de la cama. Unos minutos más tarde
entró un médico y la colocó en una silla de ruedas, la subió a la ambulancia y
le dijo que necesitaba más espacio en el hospital en el que estaba.
Cuando
llegó a otro hospital le entraron escalofríos, era un hospital tenebroso y mal
cuidado. Le dieron una habitación pequeña y casi sin luz. Olía a animal muerto.
Antes de dormir le dieron una medicación que olía mal, pero se la tomó para
recuperarse e irse de ese lugar rápido.
Al
día siguiente se sentía muy ligera y no sentía ningún dolor. Cogió sus cosas y
se fue, porque ya no quería ni necesitaba estar allí.
Lo
primero que hizo fue ir a casa de sus padres. Cuando llegó, la puerta estaba
abierta y cuando entró lo primero que vio fue a sus padres llorando. Les dijo
que estaba aquí, que todo estaba bien y que estaba viva. Pero ellos ni se
giraron, ni le hablaron, ni dejaron de llorar. Era como si ella no
existiera.
Se
fue acercando lentamente cada vez más preocupada y al querer abrazarlos no
pudo, los traspasó. En ese momento entendió todo. El por qué la trasladaron, el
por qué le dieron ese medicamento y el por qué toda la gente la ignoraba. Lo
único que hizo fue llorar, tenía mucha tristeza y rabia, pero no podía hacer
nada. Estaba completamente sola. Se quedó llorando con la triste imagen de sus
padres viendo una carta que anunciaba su muerte.